En la redacción de esta entrada, voy a basarme en un
artículo publicado el 10 de agosto de 2018 por el periodista Fernando Barajas y
cuyo texto íntegro se puede consultar aquí.
Nos informa este autor que Francisco I. Madero era un
ferviente creyente del espiritismo y esta doctrina lo inspiró a ser político e
incluso a iniciar la Revolución Mexicana.
Nos informa Wikipedia que Francisco I. Madero fue un
empresario y político mexicano. Su proclamación en contra del gobierno de
Porfirio Díaz suele considerarse como el evento que inició la Revolución
mexicana de 1910. Durante este conflicto, Madero fue elegido presidente de
México, cargo que ejerció desde el 6 de noviembre de 1911. Poco más de un año
después, en 1913, fue traicionado y asesinado junto con el vicepresidente José
María Pino Suárez, como resultado del golpe de estado (la llamada Decena
Trágica) dirigido por Victoriano Huerta.
Dice Fernando Barajas que “contra todo pronóstico,
Francisco I. Madero llegó a la presidencia en 1911, a pesar de la persecución,
la cárcel y la inestabilidad que se cernían sobre él. Nadie daba crédito a lo
que estaba pasando, ¿el general derrotado en las urnas?, ¿un presidente civil,
joven y de otro partido diferente al oficial? La proeza no hubiera sido posible
sin una voluntad inquebrantable. Madero se jugaba la vida para expulsar al
dictador. ¿De dónde sacó tanta convicción para sacrificarse de esa manera?”
Con gran honestidad, prosigue el autor afirmando que “la
doctrina espírita es un esfuerzo intelectual por resolver el lugar que tendría
la espiritualidad en el mundo moderno, un intento de conjugar lo mejor del
conocimiento científico con el desarrollo religioso de decenas de culturas a lo
largo de los milenios”.
“En última instancia, se trataba de hablar con espíritus.
Pero no de cualquier forma. Los espiritistas no se ponían a preguntar cuándo
encontrarían el amor o el número ganador de la lotería. Para los fieles a la
doctrina, hablar con los espíritus siempre implicaba conversaciones serias,
sobre filosofía, política, economía, finanzas públicas, historia, literatura,
etc. Era natural, pues, que se tocaran temas relativos a la sucesión
presidencial en México y el futuro político de la patria.”
La sesión espiritista más común se relaciona con las
élites, gente que tenía acceso a libros, leían mucho y hablaban francés.
Normalmente, se acordaban lecturas específicas. Se discutía uno de los temas,
y, más tarde, con el médium, continuaban indagando sobre el mismo tema en un
círculo espírita. Un secretario ponía en limpio lo que se decía y se publicaba
en uno de los órganos del espiritismo en México como Helios, o La sombra de
Hidalgo.
El verdadero iniciador de la Revolución fue un espíritu.
Se llamaba José
Continúa el artículo afirmando que "Francisco I. Madero conoció el espiritismo mientras se
formaba en París. De regreso al rancho de sus padres, en Coahuila, refinó su
conocimiento y consolidó su carácter de médium. Con la práctica, llegó a
convencerse que se comunicaba con un espíritu que, a través de su mano,
escribía sus recomendaciones y consejos.
Para los espíritas como Madero, la doctrina no es ningún
juego, y no pierden el tiempo en trivialidades. El espíritu que se comunicaba
con él le recomendaba ser una persona virtuosa, un hombre de familia, y que
ocupara su tiempo en estudiar y no en jugar pool. La fuerza de convicción del
espíritu moralista se multiplicó cuando se descubrió como “Raúl”, el hermano
menor de Francisco que había muerto porque se echó encima el aceite de la
lámpara a los cuatro años."
Años después de su primera comunicación, el espíritu de
Raúl presentó uno nuevo, José, a su hermano, y juntos pasaron de recomendarle
ser una buena persona, a convertirse a un buen ciudadano y más tarde un buen
político. Ambos urgían a Francisco a asumir una tarea que transformaría el
destino del país y lo llevaría a una nueva época. Madero guardó sus diarios
espíritas, y nosotros los podemos consultar. En uno de ellos registró la
supuesta comunicación de Raúl para el 30 de octubre de 1907:
¡Cuán feliz me
siento al ver que en tu planeta hay seres que compartan nuestros sentimientos,
que están dispuestos a luchar para que triunfe la causa de la libertad y la
justicia, a fin de que al calor de estos brillantes soles, germinen los buenos
sentimientos que dormitan en la humanidad; se desarrollen los nobles esfuerzos
que han de llevarlos a la felicidad suprema: a la felicidad dentro del
cumplimiento de la ley! ¡Ahora sí has vencido!
Los espíritus “Raúl” y “José” acompañaron al presidente
hasta su llegada al poder; y siempre le inculcaron el sacrificio y el
compromiso por su país. Muchos historiadores consideran que el contacto de
Madero con los espíritus dio pie a su afán revolucionario. "Es más probable que
él mismo expresara su vocación democrática a través de su fe en la doctrina
espírita. Desafortunadamente para él, los espíritus en los que creían nunca le
advirtieron de la traición que lo llevaría a la tumba."
El entrecomillado es parte del artículo citado. A lo que
añado yo que nunca los espíritus nos van a señalar exactamente el camino a
seguir. Los espíritus nos van a intuir grandes ideas como las que menciona el
autor: mejora personal, buenos principios, ideas democráticas, de justicia,
amor y paz, pero nunca, nunca, nos van a dar las pautas concretas de actuación
porque eso queda reservado a la actividad humana ejercida mediante el libre
albedrío. Y así, en respuesta al autor que con cierta ironía comenta que los
espíritus no le avisaron de la traición que acabaría con Madero, decir, que la
espiritualidad nunca va a inferir en la gestión y administración de esferas que
quedan relegadas, para lo bueno y para lo malo, a la actividad de nosotros, los
encarnados.
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